El Neolítico y la agricultura

Como bien sabéis, cada día leemos durante unos minutos, unas veces en silencio y otras lee uno y los demás escuchan. Para saber que todos leéis vamos leyendo partes del texto cada uno al azar. El texto de hoy está extraído y adaptado de la obra La revolución del Neolítico (Orígenes del hombre) de P. Knauth.

Como siempre, sabéis que en lo primero que nos fijaremos es en los conceptos, es decir, ¿qué palabras o conceptos no entiendo? Después nos centraremos en las ideas principales para, una vez que sabemos cuáles son éstas nos preocupemos de interpretar el texto, o lo que es lo mismo, en profundizar más en aspectos esenciales del mismo. Por último, reflexionaremos sobre el texto y lo que supuso en la Historia de la Humanidad.

Vayamos pues al texto:

"Algunas chozas de paredes de barro y techos de paja se levantaban en el meandro de un río poco profundo, un solitario núcleo de vida en una llanura tachonada de encinas que se extendían suavemente por la falda de unas montañas nevadas. En todo el territorio que la vista podía abarcar, no había otro establecimiento humano. Río abajo, un rebaño de cabras, apacentado por un joven, pastaba en la hierba ya marchita por el sol. Cerca del poblado, algunas mujeres, provistas de cestos y de hoces de madera con hojas afiladas de sílex, se movían entre manchas irregulares de una alta hierba amarilla cuyos tallos terminaban en una doble hilera de semillas doradas. La hierba -un trigo primitivo- apenas se distinguía de la que crecía en estado silvestre en las lejanas laderas de las montañas. Pero era distinta: había sido plantada deliberadamente, no sembrada al azar por el viento.

De repente, un grito del muchacho rompió la calma del poblado. Los hombres echaron mano de las lanzas, provistas de puntas de piedra; las mujeres que trabajaban entre la hierba cogieron sus cestos a medio llenar y echaron a correr hacia el poblado. en la llanura podía verse lo que había perturbado a los aldeanos: se aproximaba una fila de hombres, mujeres y niños, unos 20 individuos en total. Su tosca apariencia denotaba que eran cazadores. Uno de los hombres había colgado sobre sus hombros el cuerpo de una oveja salvaje recién matada. Cuando los recién llegados se aproximaron a la orilla del río, enfrente del poblado, levantaron sus manos para demostrar su intención pacífica. No habían esperado encontrarse con gente viviendo en chozas de barro allí donde, sólo un año antes, no había ninguna vivienda.

Mientras nómadas y aldeanos se miraban de una orilla a otra del río, uno de los desconocidos señaló hacia el cuerpo de la oveja y después hacia los cestos de semillas. Los aldeanos comprendieron lo que quería decir, y una mujer llevó un cesto de trigo y lo depositó junto a la orilla del río. El cazador que llevaba la oveja levantó dos dedos, y la mujer colocó un segundo cesto junto al primero. Los forasteros consultaron entre sí, y el cazador dejó la oveja en tierra. Un hombre del poblado vadeó el río con los dos cestos de grano y tocó ligeramente el animal. A su vez, el cazador tocó los cestos. El trato estaba cerrado.

Por supuesto, este encuentro es imaginario, pero, indudablemente, pudo haber sucedido. Debieron de ocurrir muchos episodios como este en el antiguo Próximo Oriente cuando bandas nómadas de cazadores-recolectores intercambiaban su caza por los cereales de los aldeanos y, de este modo, contribuyeron a realizar cambios que pronto iban a transformar la faz de la Tierra. Los campesinos, a pesar de que su vida podía ser ruda y difícil, vivían en otro plano de existencia. Eran los primeros agricultores del mundo, gente que había aprendido a cultivar una planta que proporcionaba alimento: no se limitaban tan solo a recolectar las plantas alimenticias, que se criaban de un modo natural, sino que las hacían brotar en un lugar donde ordinariamente no crecían.

Este progreso, que parece muy simple, y que constituye uno de los más importantes y espectaculares episodios de la evolución de la humanidad, tuvo lugar por primera vez hacia el 8000 antes de Cristo en el Próximo Oriente, en algún lugar de lo que se denomina la Media Luna Fértil, el arco montañoso de tierra habitable que limita por el norte el desierto de Arabia."

0 Comments:

Post a Comment